Feo, antiestético, incluso anacrónico si atendemos a los murales medievales. Así fue el segundo traje de ballestero. Sin embargo, estos apelativos no concuerdan con el efecto que se consiguió en la comparsa. Y es que se trataba de un atuendo cómodo, ligero, fresco y económico; ingredientes todos para atraer al público joven y desenfadado. Así fue cómo la algaravía inundó nuestras filas y cómo los Ballesteros se conviertieron en una de las comparsas más populares de Villena. El impulso juvenil protagonizaba nuestros bloques, pero no el compromiso y la continuidad, razones por las que se decidió cambiar el traje.
Tres décadas después de la reforma, y aprovechando la conmemoración del 50º aniversario, un grupo de socios movidos por la ilusión, por la nostalgia y por las ganas de dar lustre a su comparsa, ha decidido rescatar de los armarios esas viejas prendas para traer a la memoria una época plagada de gozo y disfrute. Vuelven, vuelven las camisas amarillas. ¿Vuelven? No, porque la llama de la ilusión de aquellos años de juventud se mantiene aún hoy viva. El ardor de aquellas desenfadadas camisas sigue fulgente en el dorado de nuestras flechas y en el deseo de seguir construyendo nuestra comparsa.
Estad atentos a su paso el día 5 y el día 6 al frente de nuestro bloque masculino, reviviendo aquellos rebeldes piratas amarillos. A su mando estará Sergio Alvarado como cabo, con un traje especial para la ocasión que fusiona las líneas del traje actual con la estética ya nostálgica de la vestimenta antigua.
Pero no vuelven solos: el día 6 en el boato volverán los chalecos y las hachas, los Árabes y los Americanos, eslavones todos ellos de nuestra evolución festera. Y es que otro grupo ha conseguido rescatar de los baúles aquellos chalecos del lejano oeste, aquellos laboriosos bordados, aquellos sonbreros de Arizona y sobre todo, aquella chispa original, aquella primera raíz nuestra y aquella motivación, afán y alegría que siempre han caracterizado a nuestra comparsa. Vuelven los Americanos, vuelven Rompebotas, Kerrecle, Chato Capito, el Tuerto Capota, Pingüino, el Zorro, el Chol, el Chato Quebra, Compañ.
Éramos los Americanos, una comparsa que desfiló por primera vez un lejano nueve de septiembre de 1927, justo un día después de su constitución, tomando como bandera una prestada por los Cristianos; una comparsa que nació para innovar, para atraer miradas y para mantener al espectador en vilo a su paso por las calles de nuestra querida ciudad. Una comparsa que por designios del régimen tuvo que disolverse por resultar anacrónica (como tantos otros aspectos de nuestras fiestas que siguen vigentes…).
Seguirán vivos en el recuerdo y en nuestra forma de dar vida a la comparsa: esfuerzo para el espectáculo, ganas de dar lustre a los festejos, ilusión por vivir.
Vuelven, vuelven los Americanos y las camisas amarillas. No os lo perdáis.
Deja una respuesta