Duelo al sol de Arabia

La historia de cómo se forjó la comparsa de Ballesteros

            2016 será para los Ballesteros el año de su cincuentenario, si bien la historia de esta comparsa se extiende más allá de estos diez lustros que nos disponemos a conmemorar, pues es sucesora y continuadora de los desaparecidos Americanos y Árabes, siendo por tanto la única comparsa de Villena que cuenta en su trayectoria con tres denominaciones. Estas páginas están dedicadas a esas dos comparsas que sentaron la génesis de los actuales Ballesteros y sin las cuales su existencia no habría tenido lugar.

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Los forajidos del lejano oeste irrumpen en la Entrega

            El primer acto en el que se constata la presencia de los Americanos fue el de “la Entrega” del día nueve de septiembre de 1927, acto equivalente a la actual entrada de nuevos cargos. Así pues, unos arcabuceros ataviados con enormes sombreros[1] y portando una bandera prestada por los Cristianos, llamaron la atención de los espectadores por lo radical de su nueva creación. No obstante, esta irrupción tuvo lugar sin haberse constituido la comparsa, hecho que se consumó tras varias reuniones en la junta llevada a cabo el ocho de noviembre del mismo año. Nacen así, ya de manera oficial, los Americanos, con Miguel Sánchez como presidente y una cuota provisional de una peseta a la semana.

¿Por qué Americanos?

            Siempre que sale a relucir el tema de nuestros antecesores, los comentarios se revisten de un tono irónico, burlesco e incluso sarcástico, siendo la pregunta más frecuente la de <<¿qué pintaban unos americanos en las fiestas?>> Pero el asunto tiene mucha más lógica. Dos son los factores que determinan la primigenia denominación: en primer lugar, el objetivo de crear un impacto y un espectáculo con algo cuya originalidad rompiera radicalmente con el resto de comparsas; en segundo lugar, la influencia del cine, pues en los “felices” años veinte el género de vaqueros hacía que las salas de cine vieran pobladas sus gradas[2]. Sin ir más lejos, en el mismísimo año en que por vez primera desfilan los Americanos, el largometraje Winners of the wildness es nominado a los Oscars[3]. De hecho, la influencia del cine no es única en la comparsa de Americanos. El primer uniforme de los piratas le debió su razón de ser[4], así como varios diseños y boatos presentados por sus escuadras especiales durante la última década. También en localidades vecinas es un factor decisivo a la hora de fundar comparsas, como sucedió con los Zíngaros de Elda, quienes se inspiran en el cartel de la película Un par de gitanos que había colgado en 1948 en la puerta del teatro Castelar[5].

            El día cinco de septiembre de 1928 por fin se echan a la calle los Americanos, con un uniforme que nos describe Alfredo Rojas[6]:

Una camisa a cuadros de colorido libre, con el clásico pañuelo anudado al cuello; ancho sombrero; pantalón de montar enfundado en la polaina, cubiertos ambos con zahones de piel sin curtir. Las botas, unos puños de cuero, el cinto con los inevitables revólveres, y una imitación tallada en madera del rifle común a los hombres del Far-West, completaban los elementos indispensables para aquellos extraños festeros.

Pero el uniforme no era tan homogéneo. De hecho en el acta del uno de agosto de 1954 se aprueba confeccionar un traje al socio-camarero Rafael Marcos Valdés compuesto de camisa verde, faja blanca, pantalón encarnecido, pañuelo y sobrero mejicano. El cabo, evidentemente no empuñaba ni daga ni alfanje, sino un superlativo revólver de antimonio de unos setenta centímetros.

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Posguerra: entusiamo y constancia

            Tras la contienda civil, en 1939 la comparsa se reorganiza siguiendo Miguel Sánchez en la presidencia e informándose a los socios de que el ayuntamiento había organizado una comisión configurada por todos los presidentes de comparsa, el alcalde de fiestas, un miembro de la junta de la Virgen y el presidente de prensa y propaganda de FET y de las Jons. Tal comisión será, años más tarde, el germen del final de los Americanos. Tras las fiestas de ese año, Miguel Sánchez pasa a desempeñar el cargo de tesorero y le sucede José Mira, quien comandó la comparsa durante un lustro, relevándole Andrés Pardo.

            Las actas de estos años nos reflejan dos hechos: la enorme voluntad por hacer del desfilar americano algo vistoso y del agrado del público y el freno de la precaria situación económica que sobre ello pesaba. Y es que varias de las ideas que se ratifican en junta general no ven la luz en el tiempo que se estimaba, sino que a veces había que esperar algún año. La prueba más significativa es la aprobación en 1946 de una escuadra especial de indios con vistas a 1947; sin embargo, en el propio 1947 se vuelve a aprobar el proyecto (la dificultad por conseguir los trajes había impedido que los indios desfilaran ya ese año), siendo las fiestas de 1948 las que vieron desfilar a la comparsa acompañada de su antítesis. Otra muestra del afán americano por dar vistosidad a la fiesta es la construcción de una carroza en 1939 y 1949 y de un carro “a modo de diligencia” en 1947 para revestir un poquito más la comparsa y dar mejor nota a las fiestas.

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Homenaje entre forajidos

            Los Americanos fueron una creación original de nuestra localidad, sin embargo, no fueron los únicos, pues Alfredo Rojas nos afirma que en Muro había una comparsa análoga[7]. Pero hay más: hubo otro intento de cruzar el Atlántico y tuvo lugar en Elda. En 1947, apenas tres años después de que tal municipio viviera la segunda refundación de sus festejos de Moros y Cristianos, nuestros Americanos reciben el homenaje de la eldense comparsa de Vaqueros, como queda atestiguado en el cuadro que todavía hoy se conserva en nuestra sede.

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Sin embargo, de estos susodichos Vaqueros de Elda no ha quedado constancia en ninguna fuente, ni en la Junta Central de tal localidad ni en la obra Las fiestas de Moros y Cristianos en el Vinalopó, coordinada por J.F. Domene, M.A. González y V. Vázquez. ¿Por qué? Los hechos nos llevan a pensar que nunca salió a la calle por la misma razón por la que trece años después los Americanos de Villena tuvieron que reinventarse (si se acepta el eufemismo). Los ya mencionados Zíngaros eldenses tienen una historia paralela salvo en su devenir: surgen como tales dado que los trajes que se mostraban en el cartel de la película Un par de gitanos (protagonizada por El gordo y el flaco) les atrajeron y a su vez sufrieron en su nacimiento la crítica por parte de las autoridades, que en gran medida veía en tal creación un anacronismo. Pero sus miembros persistieron y sobrevivieron (convirtiéndose hoy en día en una de las comparsas más numerosas de Elda), todo lo contrario que esos Vaqueros, que sucumbirían ante los decretos gubernamentales.

El último canto de cisne

            Los Americanos lograron sobrevivir hasta junio de 1960, siendo la década de los cincuenta una etapa marcada por la creación de los primeros ateneos más o menos estables. Así, en las actas de 1951 se recoge por primera vez el asunto, estando situado tal ateneo en la calle san Antón, nº 2, domicilio de Ginés Leal, capitán del año anterior y que sería punto de encuentro durante aproximadamente dos años. Pero será en 1956 cuando los Americanos consigan asentarse de una manera más estable, esta vez en el denominado “bar de la comparsa”, sito en la plaza de Pedro Menor nº 10 (actual plaza el Rollo) y que pronto sería rebautizado como “el Hogar del Americano”, título que se mantendría durante el tiempo en que ya como Árabes aún conservaron tal local.

            Sin embargo, las dificultades de tipo económico siguen estando ahí: hay poca voluntad por desempeñar los cargos festeros a pesar de la subvención que la propia comparsa otorga. Pero es más: se acuerda en varias juntas generales dejar los arcabuces, las bandas y la bandera bien en el domicilio del capitán, bien en el propio local social, en aras de que si llegada la hora de asistir a un acto alguno de los socios concurrentes o con cargo no se presentaba, poderlo suplir de manera rápida. La idea de salir todo el que pueda a caballo durante la Entrada de 1953 se tumba en los albores de las fiestas por los pocos medios e interés depositado. No obstante, se sacaron varios proyectos adelante, como las nuevas bandera y bandas y la renovación de las botas por unas análogas a las que se enfundaron tres socios durante los festejos de 1956. Todo ello se logró gracias en gran medida a la “venta de tómbolas” y rifas que el propio secretario, Antonio Torres Gironés, organizó en aquel entonces.

            También seguían las labores de construcción de carrozas, y en este apartado parece que los Americanos ya recibieron un primer toque de atención. Y es que en 1953 se embarcan en la construcción de una carroza con forma de… avión. El desfase histórico se tornaba más agresivo si cabe, pero ello no debe enturbiar las ganas por ofrecer espectáculo y buen hacer en sus actuaciones. La consecuencia fue que al año siguiente la Comisión de Fiestas hizo llegar a todas las comparsas la orden de no hacer carros adornados con mal gusto y sí, si estos merecen la pena por su adornado artístico. Es entonces cuando Esteban Pontes se encarga de elaborar una carroza “de plenas garantías por su significado”. Había llegado el primer aviso.

Las Kalendas de junio

            Al acabar las fiestas de 1959, los Americanos, que ni se figuraban se desaparición, emprenden una serie de pequeños cambios, siempre en la idea de dar un espectáculo digno del público. De este modo planifican la compra de una nueva pistola para el cabo, la confección de una nueva banda para la madrina y de una bandera más ligera, pues la oficial se hacía muy pesada en según qué actos. Había mucha ilusión y ganas por ir al desfile de Fogueres de Alicante al que todas las comparsas de Villena iban a acudir a finales de junio de 1960. Mas las polainas nunca más resonaron en la fiesta.

            La última junta como Americanos que narra Antonio Torres Gironés ya no tuvo lugar en el bar de la comparsa. Si Julio César fue apuñalado en el mismísimo Senado de Roma, el escenario de la muerte de los Americanos no fue otro más que el propio salón de plenos del ayuntamiento de Villena, donde la Comisión de Fiestas, presidida por José García Galbis, anunció la obligatoriedad de “cambiar el uniforme de americano, pues era anacrónico por su significado”. De hecho la Comisión presenta “trajes de cristiano de la época para que todos comprendieran el uniforme”. Las horas pasaban en aquel funesto cónclave sin que la discusión fructificara, hasta que a la una y media de la madrugada llega el alcalde D. Luis García Cervera, con quien se logra el acuerdo: los componentes de la comparsa entrarían en Villena ya no como forajidos del desierto de Arizona, sino como árabes. Se había cambiado hasta de bando. Los trajes los entregó el propio ayuntamiento, pagándosele 250 pesetas “en concepto de cosiduras”. Andrés Pardo seguiría en la presidencia.

            Los Americanos, con tal denominación, habían desaparecido, pero no sólo por anacrónicos como siempre se ha dicho, sino porque a ello se le añadía su carácter anatópico, es decir, que ni siquiera encarnaban ningún capítulo o pueblo de nuestra Península. Y es que si echamos una mirada a nuestras fiestas, pocos son los elementos que cumplen fiel y sincrónicamente con la Reconquista que se conmemora. Pero, ¿acaso no son nuestros festejos una amalgama sincrética de tradiciones?

Amanecer al sol de Arabia

            A pesar de la imposición, los primeros meses de vida de los Árabes continuaron la estela entusiasta que como Americanos mostraban. El siete de agosto ya se aprueba la creación de una escuadra especial, la de esclavos, así como la construcción de una nueva carroza. Y más aún: el día quince de agosto tuvo lugar la junta más larga de cuentas se describen en nuestros libros de actas, con una duración de ¡ocho horas!, pues se ensayó el nuevo paso, el moro, hasta las dos de la madrugada. Todo parecía ir bien y concordar con lo que Pedro Hernández Hurtado nos dice a colación del mencionado desfile de Alicante acerca de la afortunada innovación de los Árabes[8].

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Tensiones y desencanto

            Mas el idilio árabe pronto mostró grietas de resquebrajamiento, siendo el primer objeto de crítica el traje. Alfredo Rojas nos lo vuelve a describir:[9]

Un gorro blanco, con adornos verdes y rojos; una capa larga, verde, con vueltas igualmente blancas, chaleco azul, camisa blanca, ancha faja encarnada y un pantalón azul sobre zapatilla roja. Como aditamentos, una lanza larga, adornada con un largo mechón de cabello, y una bolsa cruzada en bandolera.

            Pues bien, en febrero de 1961, ante el desagrado general que se sentía por el turbante, el secretario Antonio Torres diseña uno nuevo en tonos rojos. Además, se concreta el bordado del chaleco, que constará en el centro de la espalda de un escudo consistente en una ventana mora a través de la cual se contempla Villena con el castillo y las torres santa María y Santiago, y una estrella en su parte baja con dos lanzas cruzadas en aspa. En mayo, la decadencia sigue haciendo mella, pues se dice en el acta de la junta del día nueve de tal mes que la asistencia fue floja, cuando la tónica desde 1927 era la de la presencia de la práctica totalidad de los socios.

            No obstante, en este año 1961 se busca un nuevo cuartel de fiestas y se crea la escuadra de Negros, de la que será cabo Pedro Compañ, futuro presidente de la comparsa. La vestimenta de tal formación consistirá en turbante y falda hecha de esparto picado y cosida con una franja de tela a listas, camiseta ajustada negra, medias negras, guantes negros, brazaletes amarillos y calzado de piel de conejo; como armas empuñan una porra de rama de árbol y un escudo hecho con juncos trenzados.

            Tras las fiestas, y ante el descontento causado ante la imposibilidad presupuestaria de celebrar la tradicional comida de hermandad, la directiva dimite en bloque, si bien finalmente el secretario (Antonio Torres Gironés), el tesorero (José Mira) y el presidente (Andrés Pardo) permanecen en sus respectivos cargos. En noviembre por fin se pudo celebrar tal comida en el paraje de los Zaricejos, volviendo a respirarse un ambiente festivo, fraterno e incluso demasiado optimista, pues en tal contexto algunos socios barajan el retorno de los Americanos como algo posible…, hasta el punto de que TODA la comparsa de pleno da su conformidad para que Juan Navarro, Antonio Algarra y José Conejero se encargaran de los trámites a seguir para conseguirlo. En definitiva, los Árabes no se sentían felices con la imposición que desde el ayuntamiento se les hizo.

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            1962 es un año en el que se repiten los hechos del curso anterior, con la salvedad de que la comparsa ahora tiene su sede en la calle General Mola nº 22: al no haber dinero para la tradicional comida de septiembre, la directiva vuelve a dimitir en bloque ante el enfado general. Tras dieciocho años en la presidencia, Andrés Pardo deja el cargo, mas a pesar del ambiente crispado en que lo hace, los socios de la comparsa le reconocen la labor que ha llevado a cabo y le nombran de forma unánime presidente honorario. Años más tarde, en 1979, su trayectoria sería reconocida con el premio el Tito. Le sucede en el cargo Pedro Compañ, pieza clave en la fundación de los actuales Ballesteros, siendo Miguel Sánchez Calabuig el vicepresidente y continuando Antonio Torres Gironés como secretario. Pero es que hasta el cabo Juan Navarro Díaz desiste de su cargo, si bien, se le niega.

            En 1963 el descontento y desagrado hacia el traje sigue latente y se propone hacer una escuadra con un nuevo uniforme para ver si gusta más y dejarlo como oficial. Pero la falta de medios y el cada vez menor número de socios (34) impiden el proyecto. Al año siguiente se repite la historia: consiguen salir sólo 28 socios y gracias al dinero obtenido de las rifas. Las juntas son numerosas y están plagadas de crispación dado el disgusto que los trajes provocan. Y lo peor de todo, la situación no cambia porque no hay apenas medios.

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Crónica de una muerte anunciada

            El 15 de agosto de 1965, tras muchísimas reuniones e intentos por remontar la caída en picado que el uniforme de árabe había provocado en la comparsa, se decide entre teñir los pantalones de rojo y las fajas de amarillo… o desaparecer. Evidentemente, triunfó la segunda opción: ya está todo arreglado para que desde el mismo día diez de septiembre se dé por terminada la corta y accidentada actuación de los Árabes en las fiestas de Villena. Fueron sus últimas fiestas, y nuevamente salieron gracias a la venta de tómbolas…, eran ya sólo 23. Para el 19 de septiembre, ya tras la última aparición de los Árabes, se acuerda celebrar la típica comida de hermandad en la plaza de toros (lugar muy recurrente para ello por parte de estas dos comparsas) y se acuerda dejar el tema de los trajes nuevos para la próxima junta, para la que se promete presentar un muñeco con el traje nuevo. La directiva seguirá siendo la misma, pues es lo más apropiado para encarrilar el asunto de la nueva uniformidad.

Pasan los Ballesteros

            Tras varias reuniones, el quince de agosto de 1966 se constituye la actual comparsa de Ballesteros en la calle General Mola nº 22, es decir, en el local del que disponían los Árabes para sus quehaceres. Se retorna por tanto al bando cristiano con el asesoramiento del célebre arqueólogo local D. José María Soler, quien propone la denominación de Ballesteros por ser un cuerpo de élite citado en las crónicas medievales. La comparsa por tanto ya no incurría en ningún anacronismo ni anatopismo y además acogía una identidad que agradaba a los socios y de la que se sentían orgullosos y libres de ataduras e imposiciones. La ‘crisis arábiga’ se había superado, como siempre hizo la comparsa y ha venido haciendo durante estos casi cincuenta años. Y es que de 23 socios que los Árabes sacaron a las calles en su última actuación, los Ballesteros irrumpen con 36, cifra que irá creciendo hasta el punto de convertirse a mediados de los setenta prácticamente en la comparsa más numerosa de Villena. De hecho la junta que se celebra el 16 de diciembre de este primer año de Ballesteros ha de celebrarse en el Bar el Niño (actual avenida de la Constitución en intersección con calle José María Soler), ya que el bar de la comparsa se quedaba pequeño.

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            El primer traje de Ballestero consistía en una camisa blanca y un chaleco en tonos marrones, pantalón verde, gorro con pluma, botas negras coronadas en blanco, capa (único elemento que apenas sufre cambios durante los diez lustros de vida que tenemos) y por supuesto, ballesta, nuestro arma. Y con este uniforme sobrevino un nuevo problema: los chalecos eran insoportables en las altas temperaturas y con el sudor se desteñían. Otra vez contratiempos con el traje, pero con una diferencia fundamental: los Ballesteros, al igual que los Americanos, sentían en primera persona su propia identidad, cosa que les lleva a luchar por salvar el escollo de una manera más decidida. Tomás Baenas, insigne cronista de la comparsa, diseña entonces una casaca de color amarillo, si bien en la sastrería no se sigue con fidelidad el patrón y se da lugar a unas camisas de manga corta y con flecos puntiagudos… Mas esto es una historia que abordaremos en la próxima edición. Habían nacido los “piratas amarillos”, esos que despertaron la admiración con su pasar, esos que como guerreros hicieron que sus escuadras encendieran la emoción, pero también esos que todavía hoy alegres llaman la atención por su brillo y que por supuesto siempre pondrán a disposición de Villena entera su corazón.

Andrés Montoya Egido, cronista de la comparsa de Ballesteros.

Bibliografía

Libros de Actas de las Comparsas de Americanos, Árabes y Ballesteros (1927-1966).

Fondo documental de la Comparsa de Ballesteros.

BAENAS SÁNCHEZ, T. (1997): Uniformidad masculina, Especial Día 4 que fuera

BROTONS A. (2015): 1939: Comparsa de Piratas, un nacimiento de película, Boletín Día 4 nº 17

HERNÁNDEZ HURTADO, P. (1960): El triunfal alarde de Alicante, Revista Villena 1960

MONTOYA EGIDO, P.M. (en prensa): The Far-West travels to Villena

ROJAS, A. (1972): Los Americanos, Revista Villena 1972

VV.AA (2006): Las fiestas de Moros y Cristianos en el Vinalopó, l’Algoleja

http://www.morosycristianoselda.es/

[1]                Rojas A. (1972): La comparsa de Americanos, Revista Villena

[2]      Ibídem

[3]      Pedro Miguel Montoya Egido (en prensa): The far West travels to Villena

[4]      BROTONS A. (2015): 1939: Comparsa de Piratas, un nacimiento de película, Boletín Día 4 nº 17, Villena

[5]      http://www.morosycristianoselda.es/index.php/comparsas/zingaros

[6]      ROJAS, A, loco citato

[7]      Ibídem

[8]      HERNÁNDEZ HURTADO P. (1960): El triunfal alarde de Alicante, Revista Villena 1960.

[9]      Rojas: loco citato

1966: ab societate ballistariorum condita

La historia de la comparsa de ballesteros desde su fundación

El propósito principal que nos hemos marcado aquí es continuar la historia que el año pasado comenzamos a trazar en el artículo Duelo al sol de Arabia, es decir, retomar el relato con la disolución de la comparsa de Árabes (continuadora de la de Americanos) y partir desde la fundación de los Ballesteros para llegar a nuestros días. Pretendemos pues dar un somero repaso al medio siglo que ha vivido nuestra comparsa. Para conocernos mejor, recomendamos al lector que acuda al libro que hemos elaborado con motivo del aniversario 50 años de Ballesteros, donde podrá encontrar una explicación mucho más detallada de los capítulos más importantes de nuestra vida narrados desde la óptica de varios socios, amigos, colaboradores y grupos internos.

Once upon a time in Villena

Como ya dijimos el año pasado, junio de 1960 iba a ser un mes ilusionante para los Americanos, pues iban a participar en el desfile provincial de Alicante. Sin embargo, dada la opresión del régimen franquista por hacer de nuestras fiestas un vehículo propagandístico de los más obsoletos valores nacionalistas, la comisión de fiestas obligó a la comparsa que entonces presidía Andrés Pardo a cambiar o a desaparecer. Los Americanos, forzados, transmutaron a Árabes, y ya en Alicante comenzaron su breve singladura con una efímera ilusión inicial. No tardó en hacerse patente el descontento: el traje no gustaba y el número de socios, cada vez más eximio, hacía muy difícil salir a la calle. La comparsa se sumió en una crisis interna cuya consecuencia principal fue la dimisión de la directiva de Andrés Pardo. Entonces recoge el relevo Pedro Compañ, pero los Árabes estaban heridos de muerte dada la imposición del forzoso cambio. Se trataba de buscar un remedio, pero más bien irrumpió él por sí solo: había que desaparecer y dar un giro radical, como el obligado por la comisión de fiestas y es así como el quince de agosto de 1965 se decide acabar con la agonía de los Árabes. Puede resultar paradójico que la solución aplicada cinco años atrás pudiera parecer fructífera, pero hemos de tener en cuenta que el cambio de Americanos a Árabes tuvo lugar súbitamente durante una sola noche en el ayuntamiento, mientras que tras la fiestas de 1965 se disponía de todo un año para meditar la decisión y poder consensuarla y hacerla viable.

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Imagen 1: “Americanos”

Fueron muchas las reuniones (ninguna de ellas recogida en acta) y se contó con el asesoramiento de don José María Soler, quien recomendó la denominación de Ballesteros dada la presencia de tales soldados en las crónicas medievales que reflejaban la Reconquista. Finalmente, el quince de agosto de 1966 tiene lugar la constitución de los Ballesteros, una denominación idiosincrásica de Villena, es decir, que en ninguna otra población con fiestas de moros y cristianos había (ni hay actualmente) otra comparsa con el mismo nombre. Se retorna por tanto al antepenúltimo puesto del bando cristiano con una decisión madurada entre todos con el fin de hacer viable la adhesión de más socios y asesorada para no volver a toparse con problemas de identidad. Ya en el primer año de Ballesteros se constata una mejoría respecto a los Árabes de 1965, pues se sumaron unas veinte altas a la comparsa.

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Imagen 2: “Andrés Pardo comandando un bloque de Árabes

La decisión de dar un giro radical de 180 grados cambiando la denominación de la comparsa, el bando, el traje…, nos puede llevar a pensar que se comenzó de cero, pero lo cierto es que más bien fue una solución de continuidad, de una continuidad, además, vital: los lugares de reunión para juntas y fiestas seguían siendo los habituales (el bar de la comparsa, el bar El Niño, etc), prácticamente la veintena de Árabes supervivientes continuaron como Ballesteros, se contó con la misma banda oficial de años anteriores, la de Camporrobles, y la directiva presidida por Pedro Compañ dirigió la transición hasta la constitución de nuestra actual comparsa.

El hecho de tener un año entre fiestas para poder llevar a cabo la transición, permitió no sólo trazar una personalidad bien definida, sino también hacer partícipe de la misma a los socios pioneros. Se habían erigido unos sólidos cimientos y ahora quedaba madurar la creación.

Primeros años: evolución y entusiasmo

El entusiasmo no tardó en hacerse esperar: ya en las fiestas de 1967 la comparsa de Ballesteros cuenta en sus filas con una escuadra especial, la de Cruzados, grupo que conseguirá en sus primeros años numerosos premios y que viene a ratificar la ilusión por contribuir al lucimiento de la comparsa, como ya se pretendió con las escuadras de indios, negros y esclavos de las dos etapas anteriores. Ese mismo año, concretamente el cinco de febrero, la comparsa fleta un autocar de 59 plazas para desfilar en las fiestas de Camporrobles por invitación de la banda oficial, confirmándose así el entusiasmo inicial en contraposición a la tensión que acabó imperando en la crisis de los Árabes.

Años 70: los piratas amarillos

Si los primeros años de la comparsa sirvieron para lograr asentar de una vez por todas la personalidad de la comparsa, los años setenta, en gran medida por motivos azarosos, hicieron eclosionar la popularidad de los Ballesteros. Hay que decir en este punto que para narrar esta época contamos con la dificultad de que las actas que van desde 1968 a 1979 “desaparecieron”, MAS no por ello vamos a dejar de ofrecer una humilde crónica de esos años, pues disponemos de algún que otro documento y sobre todo, del testimonio de alguno de sus protagonistas.

Quien mejor nos informa sobre este período es Tomás Baenas Sánchez en el artículo Uniformidad masculina (Día 4 que fuera de 1997) y en el que nos ha brindado para el libro 50 años de Ballesteros, donde repasa la historia de la escuadra de Arqueros. Y es que quien durante tantos años fuera nuestro cronista, es uno de los protagonistas de esta etapa.

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Imagen 3: “primer traje de ballestero, el de chaleco”

El primer traje de ballestero, además de los elementos que permanecieron hasta finales de los años ochenta (pantalón y gorro verdes, capa y botas) contaba con una camisa blanca a la que se añadía un chaleco en dos tonos de marrón. Pues bien, la suma de dichos elementos producía un calor asfixiante en aquellos días septembrinos, y por si fuera poco, desteñía, dando lugar a unos tonos verdosos nada estéticos. El mencionado Tomás Baenas, sugirió una solución adecuándose tanto a la fidelidad histórica de la que ya hacía gala la comparsa, como a la comodidad que reclamaban los socios ante el calor, y así fue como diseñó una casaca amarilla… El “problema” es que el sastre modificó a su antojo la idea, dando lugar a una peculiar camisa. El resultado final fue muy pintoresco, pero tuvo su gancho y contribuyó a atraer masa social, tan vital en los inicios de la comparsa.

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Imagen 4: “jóvenes ballesteros con la popular camisa amarilla”

Otro elemento de cohesión y de popularidad, muy vigente aún hoy, es de cariz musical: en 1972 don Manuel Carrascosa nos compone, dedica y regala el pasodoble Pasan los Ballesteros, nuestro himno, pieza a la que puso letra años después el celebérrimo humanista local don Alfredo Rojas. Con los sones de esta composición se nos identifica de inmediato, y responde al estilo de su autor, alternando partes melódicas con notables puntos álgidos, eso que el propio maestro solía dirigir con la expresión levantad los pabellones, como tantas veces nos ha recordado el Bolsi.

Un traje asequible y ligero en conjunción con una música con creces marchosa atrajeron a mucho público joven. La comparsa se hacía a las calles de Villena totalmente desmelenada y el número de socios iba en aumento. Sin embargo, en este último aspecto, no se logró la estabilidad deseada, debido principalmente a que los jóvenes que se apuntaban con muchas ganas de fiesta, en su inmensa mayoría se daban de baja cuando consideraban que “había que ir sentando la cabeza”. Para refrenar la situación, se crea un bloque de hachas que en 1977 llega a contar con una variante en la uniformidad, que esta vez sí incorporaba una casaca amarilla. El objetivo era atraer un perfil de socio más estable dándole a la comparsa una mayor seriedad y vistosidad.

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Imagen 5 (pie de foto: “José Richart Bañón con el traje de hacha

Lo cierto es que las hachas acabaron prácticamente superando en número a las ballestas y ello resultaba al final contraproducente, pues chocaba con la identidad de la comparsa.

La década de los setenta llegaba a su fin con unos Ballesteros incipientes en masa social, pero poco estables en la continuidad de sus miembros, dado el cariz excesivamente juvenil que se estaba asimilando. Y en medio de semejante coyuntura, se lleva a cabo uno de los hitos fundamentales de nuestra historia. Pedro Compañ, quien como ya hemos dicho ya llevara a cabo la transición de los Árabes a los Ballesteros, emprende las negociaciones para la compra de una casa en la calle Maestro Moltó. En 1979 termina el último de sus mandatos y recoge el testigo Antonio Torres Catalán, quien finaliza las gestiones.

Así pues, los Ballesteros se asoman ya por fin con una sede social propia y estable a los años ochenta, una década en la que la comparsa se termina de asentar y en la que veremos que tiene lugar una serie de cambios fundamentales en lo que a nuestra génesis actual se refiere.

Años ochenta: la semilla de una comparsa familiar

Los ochenta se inauguran bajo el amparo y el cobijo de la recién adquirida casa. De hecho, los Ballesteros constituyen una de las primeras comparsas con sede social de facto.

Hoy en día, cuando hablamos de nuestra comparsa, decimos que es de carácter familiar, algo cierto, pues si repasamos el listado de socios podemos comprobar que los apellidos van repitiéndose y entremezclándose. Uno de los aspectos que contribuyó a vertebrar nuestra comparsa dentro de tales cánones fue la proliferación a principios de esta década de grupos internos, dentro de los cuales se unían familiares y amigos en aras de contribuir al mayor lucimiento de la comparsa. De este modo, a la ya presente escuadra de Cruzados desde 1967, se suman en 1980 el grupo Atalayenses (que organizó un concurso de carrozas) y la escuadra de Arqueros (cuyos miembros, en su inmensa mayoría, procedían del bloque de hachas), los Caballeros Templarios en 1982 y por el último, el grupo Ballestas Doradas.

Quince años después de la fundación de la comparsa encontramos que por un lado tenemos una masa social estable y comprometida, como así lo demuestran los citados grupos internos, pero que por otro lado, un elevado porcentaje de miembros sigue abandonando la asociación una vez que se extinguían los fogosos impulsos juveniles… Es así como en 1985 la directiva presidida por José Ferrándiz Coloma aprueba una reforma en la uniformidad oficial. El diseño lo realizó el pintor local Andrés Vidal (el Burrica) y el propósito que se marcó fue el de dar lugar a una vestimenta más fiel a los cánones históricos, de ahí que se optara definitivamente por una casaca y por hacer del marrón el color dominante de la misma, pues ello se correspondía más con las pinturas murales que de la Edad Media nos han llegado. Estéticamente, la nueva creación realzaba mucho más la presencia de la comparsa, pero también es verdad que su más elevado costo que el traje anterior junto con la inversión que había que realizar en aras de llevar a cabo los cambios forzaban en cierta medida que la comparsa quedara ya sólo constituida por quienes veramente querían permanecer en ella con un mínimo compromiso de continuidad y trabajo. El único inconveniente es que quizá la mella de socios llegó a ser mayor de lo esperado y en el último tramo de la década de los ochenta se pasaron momentos delicados desde el punto de vista económico.

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Imagen 6: primera versión del traje de casaca

El otro gran paso adelante fue, como en el resto de comparsas, la incorporación de la mujer. En 1984, bajo la presidencia del ya citado José Ferrándiz Coloma, la comparsa de Ballesteros se manifiesta conforme con la admisión de mujeres como socias efectivas. La única pega es que había que esperar al consentimiento de la Junta Central. Así pues, tras las fiestas de 1988, se aprueba el diseño del traje oficial femenino, y ya por fin, en 1989, los Ballesteros se hacen a la calle incorporando una fila de mujeres, sumándose incluso muchas de ellas a la nueva directiva que tras las fiestas se eligió.

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Imagen 7: “boceto inicial del primer traje femenino”

Con la incorporación de la mujer se ratifica esa personalidad familiar de la comparsa, pues mayoritariamente son esposas de ballesteros efectivos desde tiempo atrás, y que además, de una u otra manera ya venían participando en la comparsa, bien en actos internos, bien en grupos alegóricos como el que formó la escuadra de Arqueros.

Años noventa: la época dorada

Esta década se inaugura a lo grande, pues en 1990 la comparsa de Ballesteros celebra su 25º aniversario y se hace a las calles con sus tres escuadras especiales (Cruzados, Arqueros y Caballeros Templarios). Además, ese mismo año, se aprueba una serie de reformas en el traje oficial masculino que ya había ido experimentando el grupo interno Ballestas Doradas: los pantalones cambian el color verde por el negro, cuya combinación con la casaca conseguía un efecto estético más elegante y convincente, la vuelta de las botas introduce en el hasta ahora dominante blanco unos motivos figurativos en color negro, y se cambian también el gorro y la ballesta, que ya no será sólo de madera, sino que incorpora piezas doradas artesanales. Años después, los puños también se cambiarán de negro a dorado. En este contexto surge también un nuevo grupo interno: las Flechas Locas.

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Imagen 8: “Bernardo Egido Martínez como cabo de los Ballesteros”

La primera mitad de la década de los noventa se caracterizó por una gestión estable y efectiva. De este modo, la directiva que preside Bernardo Egido Martínez trata ya de realizar una reforma de la casa, necesitada de un urgente saneamiento, ampara la creación de las primeras escuadras especiales femeninas, Bizantinas y Sajonas, con lo que queda manifiesta la total consolidación e implicación de la mujer dentro de la comparsa, y se introducen innovaciones en aras de acentuar el lucimiento de los Ballesteros. De este modo, en 1994 la comparsa sale en la Cabalgata a marcha cristiana, siendo la primera en introducir en los desfiles de Villena este tipo de composición musical. Un año antes, en 1993, se logra el tercer premio de actuación global en las fiestas, siendo la primera vez que la comparsa lograba un galardón de este tipo.

Se habían asentado las bases de una buena gestión y se habían concretado las preocupaciones primordiales de la comparsa: reformar la casa, hecho este que se llevó a cabo en dos fases. En primer lugar, la directiva presidida por José Puche Guardiola gestiona la reforma de la vertiente de la casa que da a la calle José Zapater, mientras que en 1999, con José Richart Bañón a la cabeza, ve la luz el proyecto de reformar la parte de la calle Maestro Moltó. Se había conseguido, de una vez por todas, sanear la estructura de la sede y se había acondicionado perfectamente para acoger socios, músicos y para albergar unas oficinas y un servicio de repostería con un mínimo de garantías.

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Imagen 9: “José Puche Guardiola junto a las madrinas de 1996 durante la inauguración de las obras de la sede”

También en 1999 se aprueba otro traje femenino oficial, el de falda, diseñado por Manoli Bas Muñoz. Si el traje de pantalón suponía una traslación o analogía de los elementos del uniforme masculino (motivos de la casaca, gorro, pantalón y demás), el de falda retoma los colores presentes en la indumentaria de pantalón (rosa y negro), a la vez que algunos motivos ya presentes en la casaca de hombre (la cenefa en forma de castillo) para así realizar un diseño novedoso más arraigado en la historia. Ambas soluciones siguen conviviendo y se han demostrado totalmente efectivas y estéticamente compactas.

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Imagen 10: “bloque de ballesteras con el traje de falda”

A todo ello hay que añadir la multitud de premios que encadena la comparsa (seis de manera consecutiva, el primero en cuatro ocasiones) y la creación en el año 2000 por parte de la directiva presidida por Ángel Gabaldón Gil del premio Pedro Compañ, galardón que ha venido reconociendo el trabajo de colectivos y familias dentro de la comparsa.

Los Ballesteros se asomaban al nuevo milenio con un modelo de gestión efectivo, con una casa de plenas garantías y con una uniformidad perfectamente ya definida. Eran estos unos grandes objetivos ya alcanzados; ahora “sólo” quedaba terminar de pagar el préstamo de la casa y mantener la línea de trabajo que se había trazado en aras de mantener el equilibrio conseguido.

La década de las gestoras

Al finalizar la presidencia de Ángel Gabaldón, se constató una realidad que se comenzó a palpar en 1995 y 2000, años en los que ya costó encontrar alguien que se hiciera con las riendas de la comparsa, pero en los cuales terminaron por aparecer grupos dispuestos a formar una directiva. Sin embargo, en el año 2002, y tras varios sondeos, no hubo ninguna candidatura y por primera vez la comparsa de Ballesteros se encontraba dirigida por una gestora. Era este un fenómeno que ya se había dado en otras comparsas y que durante los últimos años ha sido bastante frecuente en nuestras fiestas. De este modo, de 2002 a 2014, cuatro han sido los años en que la comparsa se ha visto dirigida de esta forma: 2003, 2007, 2008 y 2014.

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Imagen 11: “ballesteras infantiles con el traje de pantalón”

No obstante, a pesar de las múltiples ocasiones en que la comparsa quedó a expensas de una junta gestora, lo cierto es que esta fue una época fructífera, bien en los años en que sí había directiva, bien en los momentos en que era una gestora la que tenía que tomar la iniciativa, sobre todo gracias a la involucración de grupos y colectivos. Así, podemos encontrar un nuevo y entrañable acto a partir de 2004 con la visita el día 7 de la comparsa al centro geriátrico La Morenica. Con ello se pretendió trasladar la fiesta a nuestros mayores, si bien el acto año tras año veía mermada la participación de socios hasta desaparecer.

También fue esta una época en la que resurgió el grupo ofrenda, volcándose siempre con alguna asociación local en la mañana del día siete e implicándose a su vez en tareas de organización de la comparsa, como la organización de campeonatos del ecuador.

Cabe destacar también la irrupción de la escuadra especial femenina Amazonas, que se hacía a la calle por primera vez en 2007 (después de ser aprobada su creación al término de las fiestas del año anterior) y que desde entonces ha venido cosechando varios premios.

2007 y 2008 fueron dos años en los que la comparsa se vio dirigida de forma consecutiva por una gestora. Tras ello, se sucedieron las directivas de Pedro Seguí en 2009 y de Zahira Tomás en 2012. Con la primera de ellas se cambiaron los estatutos con el fin de que las directivas durasen dos años (como antes) en lugar de tres, y así restarle tedio a la labor de dirigir la comparsa y poder atraer más grupos a tomar la iniciativa. Además, tuvo lugar la creación en 2011 de la escuadra Valkyrias, que se estrenaría al año siguiente y que también ha venido desempeñando actuaciones exitosas en nuestras fiestas.

Después, con la directiva de Zahira Tomás, se crearon nuevos actos internos cuyos protagonistas eran los más pequeños, pues se hacía necesario fomentar su presencia en la comparsa. Es así como se organiza la ofrenda de un ramo de flores por parte de la madrina infantil al término del desfile de la esperanza, tras el cual, los más pequeños seguían desfilando hasta nuestra sede. Es también una época en la que comienzan a hacerse adaptaciones al marco legal que durante los últimos años se ha ido definiendo, acertando a la hora de cambiar la cena de las sobras del día nueve por un brindis fin de fiestas con el que la comparsa se ahorraba peligrosas aglomeraciones.

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Imagen 12: “Frutos Menor Sánchez, premio el Tito 2012” y premio Pedro Compañ 2017″

Tres eran los aspectos en los que había que trabajar a partir de ese momento: por un lado, la crisis económica volvía a hacer mella en el número de socios y había que potenciar la adhesión de socios, así como la vuelta de quienes por distintas razones se habían marchado para así poder hacer más viables los presupuestos; por otro lado, se hacía necesario seguir fomentando la presencia del socio infantil en la comparsa; y por último, el relevo generacional que comenzaba a entreverse con la creación de las nuevas escuadras femeninas de Amazonas y Valkyrias tenía que verse extendido a más grupos de la comparsa y a las labores de directiva.

Lo cierto es que llegado el año 2014, la comparsa vuelve a quedar dirigida por una gestora, de modo que ese relevo, ese necesario empuje que deben tener los jóvenes ballesteros por implicarse un poco más, no llegó. Fue este un año en el que de manera súbita hubo que hacer frente a toda una serie de reformas para adaptar nuestra sede a las nuevas y mutantes exigencias del marco legal vigente, pues de lo contrario, se corría el riesgo de cierre. De este modo, la gestora que lideraba Frutos Menor Sánchez se pone a trabajar para adaptar la casa a la tipología de sede social C, llevando a cabo las obras oportunas a la par que se fomentaba la vuelta de socios que se habían borrado eximiéndoles de la cuota de entrada. Fue un año difícil, pues la gestora, lejos de ampararse en el papel de organizar solamente los actos de fiestas, se implicó hasta que en agosto llegó la tan ansiada licencia de sede C, apta para seguir organizando las fiestas con los servicios que hasta entonces se estaban ofreciendo (repostería, etc). Además, también se crea la comisión del 50 aniversario con la intención de ir organizando tal efeméride, y preparar los actos correspondientes.

50 años de Ballesteros

Tras el cese reglamentario de la gestora, sus miembros decidieron continuar formando una directiva a la que se añadieron nuevos rostros. Es así como llegamos, con la celebración del cincuenta aniversario, y llenos de ilusión, al día de hoy. Se sigue trabajando en la labor de captar socios (como muestra la iniciativa de eximir a las nuevas altas de la cuota de entrada durante este año de conmemoración) y en el fomento del socio infantil. En este último aspecto hay que agradecer la implicación de los padres, pues ya en el desfile de la Esperanza del pasado año la participación fue mucho más numerosa respecto a anteriores ediciones, como también lo fue en febrero en el concurso de dibujo infantil, donde gracias a la mayor presencia de niños se volvió a respirar un ambiente similar al que la cita tenía en los años noventa, cuando estuvo en pleno apogeo.

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Imagen 13: “ballesteros infantiles en el desfile de la Esperanza 2015”

Además, tenemos multitud de acciones y actos que celebran nuestro medio siglo de vida. En esta línea, se confeccionaron y bendijeron el año pasado dos nuevas banderas oficiales conmemorando la efeméride, como hace también el logotipo del aniversario. La comparsa queda abierta al público y a la cultura con la celebración el once de junio de unas doce horas de truque, dominó y parchís y una exposición de pintura a cargo de Adrián Robles, la realización de un mural en nuestra sede por parte de la asociación ARTEKARANA, la organización de un certamen literario juvenil y la edición de un libro que repasa toda nuestra historia y que se presentó el pasado 10 de junio: 50 años de Ballesteros. Todo ello quedará culminado con un concierto que el 13 de agosto nos brinda nuestra banda oficial La Canal de Bolbaite en la Cábila y en el que se interpretarán aquellas composiciones musicales ligadas a la comparsa, entre las que se encuentran el pasodoble-marcha 50 aniversario de la comparsa de Ballesteros que nos regaló su autor Francis J y con el que nos hicimos a la calle el pasado día nueve para anunciar la efeméride y la marcha cristiana 50 años de Ballesteros, que se estrena en este concierto y que nos ha regalado su compositor Pepe Sánchez García.

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Imagen 14: “anuncio oficial de nuestro 50 aniversario”

Ya en fiestas, pondremos el broche de oro, pues la comparsa de Ballesteros quiere regalar a villenenses y visitantes un magnífico boato con el que conmemorar estos cincuenta años de comparsa. A todos os emplazamos a verlo porque resultará sorprendente y no dejará indiferente a nadie.

Y después del aniversario, ¿qué?

2016 es un año plagado de actos en el que la comparsa cobra una actividad mucho más frecuente de lo habitual, pero que estaría bien que tuviera un correlato en los próximos años en aras de fomentar la asociación y darle vida. El principal reto que se plantea es el de completar ese relevo generacional del que antes hablábamos y que ya no debe darse solamente en grupos internos y directivas, sino también entre los miembros que configuran la comparsa. Es decir, que el objetivo ahora es mantener en lo posible la plantilla de socios efectivos y atraer nuevos, como hemos dicho antes, para hacer un poco más viable la organización interna de la comparsa. Medidas como la exención de cuota de entrada este año han ayudado a ello. ¿Sería la introducción de un traje más asequible al modo de los años setenta (que no tiene porqué al color…) como uniformidad alternativa oficial, un paso para captar socios? ¿Sería la superación del modelo de gestión actual basado en directivas y gestoras un aliciente para la implicación en las tareas organizativas? ¿Cuál sería ese nuevo modelo de gestión? ¿Serán los continuos cambios en la legislación un permanente escollo que haya que ir salvando anualmente? ¿Lucharemos entre todos para que esas nuevas normativas no desnaturalicen nuestros festejos, no los hagan artificiosos y no les priven del carácter popular que nunca habría tenido que decaer? Son muchas las preguntas y muchas las vías de trabajo que se presentan, no sólo para los Ballesteros, sino para todas las comparsas de Villena.

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Imagen 15: bloque de Ballesteros de camisas amarillas

Y en ese camino esperamos que los protagonistas seáis vosotros, todos juntos, que seáis vosotros quienes con ilusión marquéis el futuro de nuestra querida comparsa, como ya hicieron tantas personas en el pasado, muchas de las cuales han quedado sin nombrar. Muchos han sido los que han organizado campeonatos, cenas, almuerzos, presentaciones; muchos los que han cocinado, los que se han preocupado de la lotería, de los chiquillos en la carroza, de las escuadras, de la prensa; muchos han sido los que han invertido su tiempo en la comparsa limpiando, cocinando, haciendo camas, pintando… Muchos, todos sois los que habéis ido haciendo comparsa, día tras día, fiesta tras fiesta durante estos cincuenta años. A todos, gracias y felicidades.

Andrés Montoya Egido, cronista de la comparsa de Ballesteros.