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Mi padre salía en el Bando Marroquí y mi madre en los Labradores, pero tuvieron la genial idea de que su hijo a los 2 años fuese Ballestero.

Realmente no podría decir cuándo empecé mi andadura como cabo de esta comparsa ya que hasta donde llega mi recuerdo he pasado más tiempo portando una espada que una ballesta.

En el año 2002 gané el premio al mejor cabo infantil del bando cristiano, y eso es una motivación extra que me dio para seguir ejerciendo como tal.

Enseguida empecé a desfilar con los mayores, antes de lo previsto, y los nervios se apoderaron de mi cada 5 de septiembre, porque bajo mi humilde opinión, a todo cabo aunque diga que no, le gustaría ganar un premio puesto que es un orgullo ser reconocido como el mejor en las fiestas. Aunque claro, poco a poco te vas dando cuenta de que es muy difícil ganar algo así y no por lo bien que lo hacen los cabos del bando cristiano, que sí, sino porque el sistema de puntuación es algo raro y obtuso, solo hay que ver las puntuaciones del año pasado, sin menospreciar a nadie, claro está. Pero bueno ese es otro tema que en estos momentos no es necesario abrirlo en debate. Yo antes salía con la ilusión de que podría ganar un premio, ahora salgo con la ilusión de ilusionar a la gente, porque en definitiva de eso se trata, de que la gente se lo pase bien en las fiestas de nuestra patrona.

Esta experiencia no la cambio por nada ni la cambiaré jamás, no tendré la mejor fila de todas las fiestas, pero tengo a esos ballesteros que año tras año me siguen dando ánimos cada vez que salimos a desfilar, gracias a todos esos ballesteros orgullosos que me hacen más divertido el desfile. Gracias Ballesteros por permitirme ser vuestro cabo. Y gracias por supuesto a mi padre que va en mi fila cada desfile y a mi madre que se levanta de su silla cada vez que paso.

Sergio Alvarado Tomás